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Foto del escritorLaura Rodríguez

Sudán: una guerra sin interés

Sudán, un país ubicado en el noreste de África, ha sido testigo de décadas de conflictos y violencia interna. Desde hace un año, Sudán está sumido en una guerra civil entre el Ejército y el grupo paramilitar FSR (Fuerzas de Apoyo Rápido).


Foto 1: El jefe del ejército sudanés, Abdel Fattah al-Burhan, visita a los heridos que reciben tratamiento en un hospital del estado sudoriental de Gedaref en abril de 2024. Fuente: https://www.france24.com/es/%C3%A1frica/20240413-un-a%C3%B1o-de-guerra-en-sud%C3%A1n-una-soluci%C3%B3n-pol%C3%ADtica-imposible


Sudán es un estado ubicado en África y ha sido testigo de conflictos, violencia, un genocidio en la región de Darfur y dictaduras. A pesar de los desafíos para lograr la paz y de la ayuda internacional, la violencia interna y los apoyos externos han hecho que este estado atraviesa actualmente una cruenta guerra civil entre dos facciones.


Tras un año del estallido de la guerra civil en este país africano, entre el ejército regular y el grupo paramilitar FSR (Fuerzas de Apoyo Rápido), alrededor de 18 millones de personas, cerca del 40% de la población, se enfrenta al hambre y más de seis millones de personas han escapado de sus casas desde el inicio de la guerra. A su vez, la tasa de inflación oficial, se situaría por encima del 300%. En este artículo, se arrojará algo de luz acerca de este conflicto y de su impacto.


Para entender mejor esta guerra, como en otros artículos, hay que remontarse a la historia. El territorio de Sudán ha pertenecido a diversos imperios y estados, sobre todo, destaca Egipto y el Reino Unido. En 1917, la región de Darfur se incorporó a la colonia británico-egipcia de Sudán.


La doble colonización supuso nuevos problemas para la zona. Ambas naciones, Egipto y Reino Unido, impusieron una serie de valores culturales y religiosos. En el norte hubo una mayor influencia islámica debido a la cercanía a Egipto mientras que el sur se acercó más a la lengua y tradiciones británicas y la religión cristiana.


Al obtener su independencia, en 1956, Sudán se conformó como el país más extenso de África y dentro de sus fronteras con dos realidades muy contrapuestas. Al norte existe una mayoría musulmana con predominancia de la etnia árabe que siempre ha tenido el poder en Jartum y al sur una mayoría cristiana que reclamaba mayor autonomía.


Un año antes de obtener su independencia, estas dos realidades chocaron y desencadenaría la primera guerra civil. Este conflicto que duró de 1955 a 1972, estalló por las diferencias entre el norte y el sur. El sur buscaba el reconocimiento de su autonomía respecto al gobierno de Jartum, cercano a la Unión Soviética. El conflicto terminó con el Acuerdo de Addis Abeba, en 1972, dando ciertas garantías a Sudán del Sur sobre su autonomía como región.


La Primera Guerra Civil Sudanesa causó medio millón de muertes y la inestabilidad interna hizo que cualquier intento democrático fracasara y favoreció  que en 1969, tras un golpe de Estado, el coronel Yaffar al-Numeiry tomara el poder.


Numeiry gobernó Sudán con mano de hierro durante casi 20 años. Su periodo trajo cierta estabilidad al comienzo, tras la primera Guerra Civil pero, a partir de 1983, la Segunda Guerra Civil estalló.


En 1983 llegó la segunda guerra civil sudanesa, una continuación del conflicto anterior a raíz del incumplimientos de los acuerdos mencionados, sobre todo, la falta de autonomía del sur.


Junto a esta guerra, se produjeron conflictos interétnicos y una gran hambruna en el oeste del país que mató a cientos de miles de personas, que debilitaría el poder de Numeiry a favor de otro militar, llamado Omar al-Bashir. Al-Bashir se hizo con las riendas de Sudán en 1989. Durante el periodo en el poder, Sudán sería incluida en la lista de estados terroristas por Estados Unidos, que supuso décadas de aislamiento internacional.


Al-Bashir centró sus esfuerzos en combatir a las fuerzas opositoras del sur e imponer la supremacía árabe e islámica en todo el territorio. Esto multiplicaría los conflictos interétnicos en regiones.


Mapa 1: mapa de Sudán, señalando sus recursos energéticos. Fuente: https://www.bpb.de/themen/kriege-konflikte/dossier-kriege-konflikte/54699/sudan-darfur/


Uno de los conflictos más conocidos es la región de Darfur.


En 2003, estalló un conflicto interétnico en la región occidental de Darfur. Darfur, una región que también demandaba más autonomía dentro de Sudán, permaneció excluido del proceso de paz entre el norte y el sur de Sudán y de la consiguiente redistribución de poder y recursos a principios de la década de 2000. Debido a esta marginalización, las organizaciones rebeldes de Darfur SLM/A y JEM decidieron tomar las armas en la primavera de 2003.


A partir de 2003, la guerra de Darfur se intensificó durante varios meses sin ninguna reacción de la comunidad internacional. Desde el principio, el gobierno de al-Bashir utilizó milicias (incluidas las llamadas Janjawid, los predecesores de las Fuerzas de Apoyo Rápido) contra los rebeldes del SLM y el JEM.


Estos mercenarios pro-gubernamentales actuaron con extrema brutalidad contra la población civil. Entre estos mercenarios cabría descatar al general Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti. Hemedti se alio con el gobierno para ayudar a sofocar la rebelión en Darfur. Con el tiempo, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR por sus siglas) lideradas por Hemedti ganaría peso y en 2017, el reconocimiento oficial como fuerza militar.


Este conflicto dejó al menos 400.000 muertos y se acusó a Al-Bashir de realizar limpiezas étnicas a poblaciones no árabes de la zona, y la Corte Penal Internacional emitió dos órdenes de captura contra al-Bashir por genocidio.


La segunda guerra civil sudanesa terminó en 2005 con casi dos millones de muertes en 22 años. En ese momento, se reconoció la plena autonomía de Sudán del Sur. La credibilidad de Al-Bashir mejoró a partir de 2005 y la plena autonomía de Juba.


Desde el 2005 hasta el 2011, se revivió la figura del gobierno autónomo de Sudán del Sur dentro de un estado unificado, pero esa idea caducó pronto para los separatistas de la región que decidieron organizar un referéndum el 9 de julio de 2011.


La estabilidad en Sudán duró muy poco, ya que en 2011, se aprobó un referendo que dio la independencia a Sudán del Sur. La votación dio un rotundo sí a la independencia con el 98,83% de los votos, una decisión aceptada por Jartum.


El 9 de julio de 2011, Sudán se dividió en dos estados tras un referéndum celebrado en enero de ese año. Con este referéndum se crearon dos estados.


Sudán del Sur vivió una guerra civil comenzada en 2013 entre fuerzas gubernamentales y de la oposición, que cesaron, después de seis años, en 2020, tras un acuerdo para constituir un gobierno de unidad nacional.


Esta división de Sudán brindó crédito a la reputación internacional de Al-Bashir, pero Sudán perdió una cuarta parte de su territorio y su mayor reserva de hidrocarburos.


Esta separación trajo una profunda crisis política y económica. En 2018, protestas populares estallaron en lo que se conoce como la Revolución Sudanesa, que lograron derrocar a Al Bashir en 2019. Este derrocamiento fue gracias al apoyo del ejército sudanés (SAF) y uno de los principales grupos paramilitares que había surgido durante su gobierno, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR por sus siglas). Tras treinta años de un gobierno de al Bashir, este fue sustituido por un Gobierno de transición de dos años.



Se abrió un período de transición hacia la democracia y se abrió un proceso democratizador y se puso fin a varios conflictos internos en regiones como Darfur, Kordofán del Sur y Nilo Azul. Asimismo, el país vio progresos internacionales al dejar de aparecer en la lista de estados terroristas y el procesamiento de Al-Bashir ante la Corte Penal Internacional.


A su vez, se creó el Consejo Soberano de Sudán a modo de junta cívico-militar, designando a Abdalla Hamdok como primer ministro y se firmó el Acuerdo de Paz de Juba entre el gobierno transicional y grupos armados rebeldes. 


Desde ese momento y hasta 2021, Sudán estuvo gobernado por una alianza muy inestable en la que el Gobierno, de carácter civil, estaba supervisado por el general Abdel al-Burhan, jefe de las fuerzas armadas sudanesas. Pese el periodo de transición, no se produjeron elecciones democráticas y los civiles fueron depuestos del poder en otro golpe de Estado militar en octubre de 2021, conocido como la Revolución de la Trompa del Elefante.


En ese golpe unieron fuerzas Abdel Fattah al-Burhan, líder del Ejército regular sudanés, y Mohamed Hamdan Dagalo, apodado 'Hemedti', el hombre fuerte de las FAR. Abdel al-Burhan, sirvió en Darfur y luego desarrollaría vínculos en el Golfo, ayudando a suministrar soldados al gobierno saudí, disolvió el Consejo Soberano de Sudán, órgano supremo de gobierno, y se nombró a sí mismo jefe del Estado sudanés por un período indefinido.


En 2022 se firmó un acuerdo para integrar a las RSF en el ejército sudanés. No obstante, esta sinergia no duraría mucho tiempo, por el conflicto de intereses de al-Burhan y de "Hemedti". Estas discrepancias crearían el caldo de cultivo para una nueva guerra civil, que estalló el 15 de abril de 2023.


En esta guerra civil, enfrenta al ejército nacional de al-Burhan y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), lideradas por "Hemedti". Diversas estimaciones oficiales y no oficiales sitúan a las fuerzas armadas sudanesas en torno a los 210-220.000 efectivos, se cree que las RSF son aproximadamente 70.000, pero están mejor entrenadas y equipadas.


El estallido del conflicto el 15 de abril de 2023 pareció un intento de golpe tradicional. Miembros del grupo paramilitar se apoderaron del Palacio Presidencial y otras infraestructuras clave. No obstante, el ejército sudanés defendió el Cuartel General del Comando General y utilizaron su superioridad aérea para bombardear posiciones de las Fuezas de Apoyo Rápido (FAP por sus siglas).


Lo que inicialmente comenzó como una lucha de poder entre las SAF y las FAP se convirtió en una guerra civil que ha arrastrado al conflicto a varias milicias y grupos rebeldes, junto con sus patrocinadores extranjeros. Ni las SAF ni las RSF parecen capaces de restaurar el control sobre todo el territorio de Sudán. La violencia se ha expandido hacia otras regiones del país, incluyendo la violencia en la región de Darfur.


A finales de 2023, las Fuerzas de Apoyo Rápido ampliaron su control en localidades cercanas al estado de Al-Jazirah en Jartum. La caída de Al-Jazirah y las represalias violentas desatadas por las FAP contra la población sembraron el miedo en los restantes estados y comunidades controlados por el ejército sudanés. Las milicias étnicas se movilizaron contra las Fuezas de Apoyo Rápido. Esto permitiría al ejército lograr avances en Jartum y con el paso del tiempo en otras ciudades en Sudán.


Después de un año de guerra, Sudán se encuentra profundamente arraigado en la militarización de las comunidades locales, una dinámica que es poco probable que se revierta en el corto plazo. Las comunidades que alguna vez vivieron en paz ahora han tomado las armas para defenderse de las Fuerzas de Apoyo Rápido.


Mapa 2: mana de Sudán y el control territorial que mantiene cada bando (1 de junio de 2024). Fuente: https://sudanwarmonitor.com/p/map-of-the-areas-of-control-in-sudan-2ea


Esta guerra también está en juego el interés de potencias extranjeras y está impacatando a sus vecinos, sobre todo, a Egipto y Chad.


Egipto se está oponiendo activamente a Hemedti y apoya al ejército sudanés. Egipto desea un vecino fuerte y estable aunque sea por la vía del autoritarismo y paliar una de sus mayores vulnerabilidades: la falta de agua.


Por parte de Chad, este estado comparte por el oeste una frontera terrestre con Sudán de más de 1300 km, la propia inestabilidad de Chad puede verse incrementada con la de su vecino. El Gobierno de Chad se encuentra en manos militares a la espera de la celebración de elecciones que den paso a un Gobierno civil.


En el plano internacional, cabría destacar el papel de Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, la UE, Rusia y China.


Con respecto a Pekín, Sudán fue uno de los primeros países árabes en reconocer a la República Popular China. Actualmente, Pekín tiene intereses en la agricultura, la minería, el petróleo, las armas y la construcción de infraestructuras y no ha tomado partido por ningún bando. Junto a China, cabría destacar a Rusia.


Rusia tiene un papel oficial en el conflicto armado de Sudán porque es el principal proveedor de armas para este país. Moscú, sobre todo, el grupo Wagner, estaría alimentando el conflicto entre el Ejército regular y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido. Es importante destacar que para muchos gobernantes africanos, el grupo mercenario aporta muchas ventajas, se despliegan con rapidez, el armamento y la falta de mandatos internacionales.


Los países occidentales, sobre todo la UE y Estados Unidos, han sido apoyos importantes en el intento de transición democrática tras la caída de Al-Bashir. Washington ha retirado su apoyo financiero al Gobierno y se ha posicionado del lado de un plan para una nueva transición y un Gobierno civil. Asimismo, EE.UU, ha impuesto sanciones contra las Fuerzas de Apoyo Rápido.


Los dos países del Golfo que tienen mayor influencia en Sudán son Emiratos Árabes y Arabia Saudí, que ven en el conflicto armado actual una oportunidad para sustentar su posición predominante en Oriente Medio. Sudán es una puerta valiosa a la región subsahariana, pero también a las rutas de comercio y a las cadenas de suministro.


Emiratos Árabes, además de estar enfrentándose de manera indirecta con Egipto, se opone también a Arabia Saudí al apoyar a Hemedti. Abu Dabhi tiene intereses propios en el control de los puertos del mar Rojo así como ambiciones políticas y económicas en la región.


Más de cinco millones de personas han huído de sus hogares y cientos de miles más podrían verse pronto forzadas a unirse a ellas.A su vez, la violencia étnica ha vuelto a la región de Darfur. Más de veinte millones de personas, casi la mitad de la población de Sudán, se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria.


La situación en Sudán es frágil, ya que ambos contendientes podrían llevar a Sudán a una situación similar a la de Libia y podría alejar a Jartum de la senda democrática y que este estado no salga del bucle de la la violencia y el conflicto.















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