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Foto del escritorLaura Rodríguez

Una nueva revolución en el corazón de la revolución

Actualizado: 8 ene 2023

Recientemente, Irán ha ganado protagonismo, no por su programa nuclear; sino por la oleada de protestas pacíficas tras la injustificada muerte de Mahsa Amini. Estas protestas piden un cambio en la estructura política en Irán.


La cruel e injustificada invasión rusa en Ucrania sigue copando las páginas, noticias y análisis tanto en think tanks, prensa y redes sociales. No obstante, el 16 de septiembre de 2022, la muerte de Mahsa Amini haría que los ojos y el foco se abriera paso en Irán.


En este artículo, se explicará el porque la cruel muerte de esta joven ha sido una mecha del mayor descontento interno en Irán, en un momento crítico para la República Islámica. Estas protestas pacíficas demandan por primera vez un cambio de modelo político en Irán, ¿por qué estas protestas han estallado justo ahora? ¿cuál es la diferencia de estas protestas de las anteriores?


Para comprender el por qué de estas protestas, hay que hacer dos aclaraciones sobre Irán. Irán es el país étnicamente más heterogéneo de Oriente Medio y el 85% de su población profesa el Islam chií, pero también hay una minoría de casi el 10% que profesa el Islam sunní, y minorías cristianas, zoroastrianas y judías que en conjunto llegarían al 4% de la población. Sin embargo, la población iraní es cada vez más laica y joven. El 60% de los 80 millones de habitantes de Irán tiene menos de 30 años.


Además, Teherán es el 17º estado más grande (por extensión) del mundo y se sitúa en un punto estratégico en el comercio mundial, controlando parte del estrecho de Hormuz. Según la Energy Information Administration de EE.UU., Teherán dispone de las cuartas reservas mundiales de petróleo, representando el 10% mundial e Irán cuenta con las segundas reservas de gas natural más grandes del mundo, tras la Federación Rusa.


Tras esta aclaración hay que hacer una retrospectiva, concretamente a mediados del siglo XX. Antes de 1979, Irán era una monarquía gobernada por un shah (rey). El shah Mohammad Reza Pahlavi, último representante de una monarquía que rigió durante 2.500 años en el territorio persa, asumió en 1941 una monarquía parlamentaria que buscó modernizar al país, incluyendo el aspecto religioso.


El punto de inflexión sería en 1953. El ex primer ministro Mohammad Mossadegh, elegido democráticamente quería nacionalizar la riqueza petrolífera de Irán, controlada principalmente por la Anglo-Iran Oil company. Para revertir esta decisión, a través de la Operación Ajax, se dio un exitoso golpe de estado e Irán se convertiría en una monarquía absoluta. En la década de 1960, se destituyó al parlamento y Mohammad Reza Pahlavi puso en marcha la Revolución Blanca. Este programa proponía acelerar la secularización del país y modernizar económicamente el país.


Las reformas, emprendidas por Mohammad Reza Shah Pahlavi, pusieron patas arriba la riqueza y la influencia de las clases terratenientes tradicionales y condujeron a una rápida urbanización y occidentalización. El programa tuvo éxito económico, pero los beneficios se distribuyeron de forma desigual. El inicio de este programa fue con la introducción de la reforma agraria de 1962. Bajo esta ley los terratenientes se vieron forzados a renunciar a la propiedad de vastas extensiones de tierra para redistribuirlas entre pequeños cultivadores.


Estas reformas acabaron por redistribuir la tierra a unos 2,5 millones de familias, establecieron cuerpos de alfabetización y salud en beneficio de las zonas rurales de Irán, redujeron aún más la autonomía de los grupos tribales y avanzaron en reformas sociales y legales que impulsaron la emancipación y la emancipación de las mujeres.


Imagen 1: foto de mujeres en Irán durante la década de 1970, antes de la Revolución Islámica. Fuente: https://www.reddit.com/r/OldSchoolCool/comments/2s9grg/1970s_women_in_iran/


En las décadas siguientes, la renta per cápita de los iraníes se disparó y los ingresos del petróleo impulsaron un enorme aumento de la financiación estatal para proyectos de desarrollo industrial. Sin embargo esta reforma empezaría a ser criticada por la incapacidad gubernamental de poner en marcha un sistema de apoyo integral y una infraestructura que sustituyera el papel del terrateniente. Además, esta reforma socavó el poder de los clérigos islámicos. El desarrollo de tribunales laicos ya había reducido el poder clerical sobre la ley y la jurisprudencia, y el énfasis de las reformas en la educación laica erosionó aún más el antiguo monopolio de los ulemas en ese campo.


Las nuevas políticas del shah no estuvieron exentas de críticas y los primeros críticos con la Revolución Blanca fueron los líderes chiíes. En 1963, un miembro relativamente oscuro de los ulemas llamado Ruhollah Musavi Jomeini -profesor de filosofía en la madraza Fayẕiyyeh de Qom, al que se le concedió el honor de ayatolá- se pronunció duramente contra las reformas de la Revolución Blanca. Con el paso del tiempo, el shah, no dudó en usar el SAVAK (antiguo servicio de inteligencia de Irán) para reprimir cualquier resquicio de oposición. Durante la monarquía, el ejército se mantuvo leal al shah.


Los ingresos del petróleo siguieron alimentando la economía iraní en la década de 1970. El sha era muy consciente del peligro que suponía depender de un activo petrolífero decreciente y siguió una política de diversificación económica. Irán había iniciado la producción de automóviles en los años 50 y a principios de los 70 exportaba vehículos. Además, en esta década, Teherán iniciaría su programa nuclear.


Además, Irán realizó importantes inversiones en el extranjero. A partir de esta década, el crecimiento económico en Irán se estancaría y el auge de los precios del petróleo condujo a altas tasas de inflación, y el poder adquisitivo de los iraníes y su nivel de vida general se estancaron. A su vez, los partidos tradicionales, como el Frente Nacional fueron marginados, mientras que otros fueron ilegalizados. Todas las formas de protesta social y política, tanto de la izquierda intelectual como de la derecha religiosa, eran objeto de censura, vigilancia o acoso por parte de la SAVAK, y eran habituales las detenciones ilegales y las torturas.


Por primera vez, los intelectuales laicos, estaban fascinados por la figura del ayatolá Jomeini y abandonaron sus ideas de reducir la autoridad y el poder de los clérigos chiíes. Esto condujo a que estos grupos, muchos de ellos laicos, se unieron con los clérigos para derrocar el shah. La represión sociopolítica del shah aumentó, junto al descontento con la monarquía. Los lazos del shah con occidente y las políticas económicas prenderían la mecha del descontento social.


En 1978, miles de jóvenes estudiantes de madrazas (escuelas religiosas) salieron a la calle. La represión del shah aumentó el sentimiento de protestas y sectores de la izquierda secular y de la derecha religiosa- se subsumieron bajo el manto del islam chií y se coronaron con el grito de guerra revolucionario. Durante el exilio en Francia, Jomeini coordinó esta oposición demandando la abdicación del shah. En 1979, el shah Mohamed Reza Pahlavi y su familia huyeron de Irán, marcando el triunfo de la Revolución Islámica y del inicio del actual Irán.


Imagen 2: vuelta del exilio del ayatollah (líder supremo) Jomeini de su exilio. Fuente: https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20190531/47312521326/jomeini-el-hombre-que-cambio-iran.html


Tras el triunfo de la Revolución Islámica, la situación cambiaría drásticamente. La jefatura del estado pasaría al control del atayollah (líder supremo), Jomeini. Pese a la instauración de una república islámica, la gran parte de la población iraní ha sido mayoritariamente laica.


En política interna, se consolidó el poder del clero chií como élite del nuevo sistema político de la nueva república y los grupos que ayudaron a llegar al poder a Jomeini fueron neutralizados. También, se reforzó el centralismo político en Irán y debido a la desconfianza de Jomeini de la lealtad del ejército al shah, se conformó la Guardia Revolucionaria como un arma de control y se convertiría en un "segundo ejército" leal al ayatollah. Respecto al papel de la mujer, la participación de la mujer en el ámbito laboral se vio reducida y se aprobó la ley que exige que todas las mujeres se cubran la cabeza en público.


Con respecto a la economía, tras la revolución de 1979, la producción de crudo y de otros recursos naturales ha sido clave para Irán. El estado pasó a controlar el 60% de la economía, aplicando una política de estatalización de la propiedad y planificación centralizada. La propiedad de empresas por parte de capitales o individuos no nacionales está muy limitada, y se requiere que al menos el 51% de la propiedad esté en manos iraníes, lo que dificulta las inversiones extranjeras.


En política exterior, las relaciones de Irán con EE.UU., la UE y sobre todo, con Israel empeorarían. Durante 1980-1988, la guerra entre Irán e Irak proporcionó una excusa conveniente para la expansión del sector estatal y la caída precipitada de los niveles de vida en general. Al mismo tiempo, Washington empeño a imponer sanciones a Irán. En 1989, la muerte de Jomenei y el ascenso de Jamenei como líder supremo de Irán marcaría una nueva página en la historia reciente de Irán.


Tras el alto el fuego de 1988, con Irak reflejó el reconocimiento de que el país no podía permitirse el coste de la guerra en la economía o la sociedad. Los costes fueron enormes: la productividad cayó en picado. La pobreza urbana se duplicó. La renta real per cápita cayó un 45% desde la revolución. Y los controles de precios y el estricto racionamiento de los bienes de consumo básicos no lograron evitar una inflación galopante.


En 1989, el creciente peso político de la población joven ayudó en la elección del ex presidente, Mohammad Khatami. El recién elegido presidente abogó por una reorientación y liberalización fundamentales de la economía iraní, junto con esfuerzos para revertir el aislamiento internacional de Irán.


En una primera instancia, la inversión de posguerra y la relajación de las restricciones gubernamentales contribuyeron a generar un fuerte crecimiento del producto interior bruto, los ingresos públicos y el empleo. Pese a esta mejora inicial, la situación económica en Irán no mejoraría. Tras los primeros pasos del desarrollo del programa nuclear iraní, a partir de 1995, EE.UU. impondría sanciones prohibiendo a EE.UU. comerciar con la industria petrolera iraní, y la Orden Ejecutiva 12959, prohibe a Washingon comerciar con Irán. Estas sanciones empeorarían la situación económica y junto a ello el desencanto de la población juvenil.


En 2006, Teherán dejó de aplicar el Protocolo Adicional en 2006 y se negó a responder satisfactoriamente a las preguntas del OIEA. Esto conllevó a EE.UU. y la UE en 2006 a empezar a trabajar juntos para desarrollar nuevas sanciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU)- resoluciones del CSNU 1737 (2006), 1747 (2007), 1803 (2008) y 1929 (2010). Además, en 2010 y 2012, EE.UU. impuso nuevas sanciones, aumentando la presión sobre Irán al obligar a las empresas y bancos extranjeros a retirarse de Irán.


El desempleo entre los jóvenes casi se ha duplicado desde 1990. Alrededor del 22% de los jóvenes de entre 15 y 29 años están desempleados, lo que supone el 62% de los parados. Entre los hombres, aproximadamente el 18% no puede encontrar un trabajo. Entre las mujeres, el desempleo se estima en torno al 40%. Junto a ello, el consumo de drogas y el cultivo comenzó a crecer desde 1979, sobre todo en jóvenes y las mujeres. Además, la interacción social entre jóvenes de ambos sexos que no estén casados está oficialmente prohibida.


Frente a esta mala gestión económica, los sucesivos gobiernos en Irán priorizaron a la Guardia Islámica Revolucionaria. Tras la guerra con Iraq (1980-1989), se implicaron en la construcción y lograron importantes contratos. Su expansión en nuevos sectores de la economía se aceleró con el presidente Mahmud Ahmadineyad (2005-2013). Además, otros de los grandes beneficiarios han sido una red de milicias, que desafiaban a gobiernos locales y a estados contrarios con las autoridades del régimen de los ayatollah.


Desde 2006-2007, se formó la policía de la moralidad, conocida como Gashta-e Ershah. Este cuerpo se encarga de patrullar las calles y empezaron a usar la violencia física y palizas, sobre todo, contra las mujeres. Los castigos por llevar mal el velo pueden ir desde ser enviadas a un centro de reeducación con una ficha policial, hasta ser golpeadas, azotadas, violadas o incluso asesinadas.


A nivel de la sociedad, en 2012, las mujeres constituían el 60% de los estudiantes universitarios. Cerca del 70% de los graduados en ingeniería son mujeres, una de las cifras más altas del mundo. Al mismo tiempo, los niveles de penetración de Internet en Irán son comparables a los de Italia, con unos 60 millones de usuarios, y el número crece sin cesar: El 70% de los adultos son miembros de al menos una plataforma de medios sociales.


En contraste con la propaganda estatal, sólo el 40% de la población se identifica como musulmana, mientras que un 9% dijo ser ateo. Sin embargo, el 47% declaró haber perdido su religión a lo largo de su vida, y el 6% dijo haber cambiado de una orientación religiosa a otra. Los más jóvenes declararon mayores niveles de irreligiosidad. Estos cambios y el mayor peso de la población joven (menor de 30 años) en la vida política en Irán, ha hecho que el descontento con el régimen vaya aumentando a lo largo del tiempo.


La primera señal fue la "el Movimiento Verde" en 2009. En un primer instante, se produjo un levantamiento espontáneo durante dos semanas después de las elecciones del 12 de junio debido a un fraude electoral a favor del ex presidente iraní, Ahmadineyad. Las protestas fueron a más y se incluyeron peticiones de cambio político y la condena del líder supremo Alí Jamenei. La policía antidisturbios y las fuerzas paramilitares Basij reprimieron violentamente las manifestaciones inmediatamente posteriores a las elecciones, que atrajeron a más de 40.000 iraníes. Entre junio de 2009 y febrero de 2010, más de 30 manifestantes murieron y 4.000 fueron detenidos.


Gracias a la violencia, el régimen lograría mantener el control en Irán, y en 2013, se elegiría a Hassan Rouhani como presidente de Irán.


Rouhani priorizó finalizar la confrontación con Occidente (EE.UU. y la UE) que permitiría liberar a Irán de las sanciones internacionales. En noviembre de 2013, Irán, EE.UU., China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania, más la UE anunciaron el Plan de Acción Conjunto (JCPOA). El 14 de julio de 2014, se anunció el Plan de Acción Integral Conjunto. Este acuerdo suspenderá y finalmente eliminará las principales sanciones impuestas a Irán. A cambio, Irán limitará su programa nuclear.


Este acuerdo permitió a Irán recuperar el acceso al sistema financiero internacional, repatrió miles de millones de dólares de activos congelados y volvió al mercado del petróleo. Rouhani hizo un llamamiento para aumentar las exportaciones no petroleras, estableciendo un objetivo de USD77.500 millones en exportaciones anuales no petroleras en 2015. A los dos años de su presidencia, el logro económico más notable de Rouhani fue revertir la contracción del PIB de Irán y reducir la inflación. La economía creció un 3% en 2014 y la inflación bajó al 15,6% a principios de 2015.


Sin embargo, este alivio económico duraría poco. En diciembre de 2017, los manifestantes de Mashhad, la segunda ciudad más grande de Irán, salieron a la calle para protestar contra las políticas económicas del gobierno y los altos precios de los productos básicos. Las manifestaciones se extendieron rápidamente por todo el país. El alcance de las protestas también se amplió de los problemas económicos a la participación de Irán en Oriente Medio y a los llamamientos a un cambio de régimen. Sin embargo, estas protestas estaban desorganizadas y fueron rápidamente reprimidas.


A ello, en 2018, el ex presidente de EE.UU., Donald Trump, emitió otra exención de sanciones a Irán diciendo que esto era "para asegurar el acuerdo de nuestros aliados europeos para arreglar los terribles defectos del acuerdo nuclear con Irán." y retiró a EE.UU. del JCPOA en mayo de 2018. Donald Trump impuso sanciones económicas a Irán y adoptó una política más duran contra Teherán. Esta nueva política del ex presidente de EE.UU., Donald Trump y la mala gestión interna, supuso una contracción del PIB iraní en un 6,03% en 2018 y, un 6,78% en 2019. Las exportaciones de petróleo iraní han caído alrededor del 60%.


El gobierno iraní priorizaría a la Guardia Islámica Revolucionaria, frente a la población civil. Este órgano se ha expandido a muchas otras industrias, como la banca, el transporte marítimo, la fabricación y las importaciones de bienes de consumo. Además, participan y operan en el mercado negro. Cabría mencionar que, habrían tenido una nueva oportunidad de contrabandear productos petrolíferos.


Esta situación ha desencadenado protestas en 2019. El 15 de noviembre de 2019, Irán subió los precios del gas -hasta un 300%- e introdujo un nuevo sistema de racionamiento. El objetivo del gobierno era recaudar fondos para ayudar a los pobres, pero le salió el tiro por la culata. Las protestas se extendieron por 100 ciudades durante cuatro días. Los manifestantes protestaron contra las medidas del gobierno, no por un cambio de régimen. Las autoridades del régimen cerraron por completo internet y usaron la represión para dispersar a los manifestantes.


Pese que lograron reprimir las protestas, en 2020, se desencadenó otra ola de protestas, tras que las autoridades reconocieron que derribaron por error el vuelo 752 de Ukraine International Airlines. Las 176 personas que iban a bordo, entre ellas decenas de iraníes, murieron. Los iraníes se enfurecieron por la incompetencia del gobierno y por negar la responsabilidad durante tres días. En Teherán, los manifestantes se reunieron en los campus universitarios y gritaron "Muerte a los mentirosos". El segundo día, las protestas se extendieron por otras grandes ciudades a pesar del despliegue de la policía antidisturbios, la Guardia Revolucionaria. El gobierno lograría reprimir las protestas.


Junto a este descontento, la pandemia del SARS-CoV-2, afectó todavía más a la economía de Irán. Teherán experimentó el peor brote de Oriente Medio, con más de 6,2 millones de casos de infección confirmados oficialmente y 131 mil muertes hasta el 10 de diciembre de 2021 y, la tasa de inflación aumentó hasta el 36,5% en 2020.


Los efectos de la pandemia, la mala gestión económica y el impacto de las sanciones han acrecentado el malestar interno en Irán. Según las estimaciones del FMI, se espera que las exportaciones de petróleo de la República Islámica sigan cayendo en 2021. Además del petróleo, también se sancionaron los metales industriales de Irán, una gran fuente de ingresos por exportación del país. A ello, la divisa iraní no logró recuperar su valor previo a 2018, mientras que la tasa de inflación no ha dejado de crecer.


Junto a ello, el actual presidente Raisi impulsado la aplicación estricta del código de vestimenta islámicos y ha ampliado los efectivos de la policía de la moral. Esta situación sería el caldo de cultivo para que una nueva oleada de protestas emergiera.


A mediados de septiembre de 2022, estallaron protestas en todo Irán tras la muerte en prisión de una joven kurda, Mahsa Amini, por no llevar el hijab, o velo, en la cabeza. Se desplomó en un centro de "reeducación". El clamor por la muerte de Amini reflejó la creciente oposición a la policía de la moral, así como al código de vestimenta. Desde el 17 de septiembre de 2022, cada vez más mujeres se quitaron el pañuelo en desafío al código de vestimenta obligatorio y pese a la represión, los manifestantes de forma pacífica responden a esta represión pidiendo un cambio de régimen.


Pese a la represión, las protestas continúan y tanto EE.UU., la UE y otros estados han impuesto nuevas sanciones contra las autoridades del régimen por su represión de las protestas. Cada vez más iraníes de todas las edades, género salen a las calles. Además, la República Islámica "ha perdido legitimidad entre sus principales partidarios".


Por primera vez en los últimos años, se han producido manifestaciones antigubernamentales en ciudades más tradicionales y conservadoras, como Qom y Mashhad. A pesar de la violenta represión, las protestas continúan en lo que es ahora uno de los mayores desafíos a los que se ha enfrentado desde la revolución de 1979.


Un factor importante será si el régimen se mantiene unido, en un momento en que su líder supremo, Jamenei está enfermo, y partes de las fuerzas de seguridad no desertan. Estas protestas podrían desmembrar y desmoronar al una teocracia islámica y permitir que Irán adopte otro sistema político, y poder abrirse al comercio para poder prosperar. Sólo el tiempo, responderá si esta oleada de protestas conducen a una nueva revolución dentro de Irán.


Bibliografía recomendada:


1- BBC (2019) Iranian women - before and after the Islamic Revolution, BBC News. BBC. Disponible en: https://www.bbc.com/news/world-middle-east-47032829


2- Groot, K.de (2020) Iran protests, explained, Penn Today. Penn State University. Disponible en: https://penntoday.upenn.edu/news/iran-protests-explained











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